Me lleva el ánimo a decir las mutadas formas
a nuevos cuerpos: dioses, estas empresas mías, pues vosotros los mutasteis,
aspirad, y, desde el primer origen del cosmos
hasta mis tiempos, perpetuo desarrollad mi poema
Publio Ovidio Nasón
Por más poderoso que sea el que agravia, deja armas para la venganza
Tú, ya ¡oh ministro!, afirma tu cuidado,
en no injuriar al mísero y al fuerte;
cuando le quites oro y plata, advierte,
que le dejas el hierro acicalado.
Dejas espada y lanza, al desdichado;
y poder y razón, para vencerte:
no sabe pueblo ayuno temer muerte,
armas quedan al pueblo despojado.
Quien ve su perdición cierta, aborrece
más que su perdición, la causa della,
y este, no aquella, es más quien le enfurece.
Ama su desnudez y su querella
con desesperación, cuando le ofrece
venganza del rigor, quien lo atropella.
Francisco de Quevedo